jueves, 5 de julio de 2007

Cultura y contra cultura juvenil de los años 70


1 Uruguay es uno de los países de América Latina con mayor Eproporción de personas mayores y menor proporción de jóvenes, un país de
estructura(s) demográfica claramente "envejecida". Bajo estas condiciones, es razonable pensar que nos encontramos frente a una sociedad y
una cultura inclinadas a ser dominadas por los más viejos, ya sea esto porque en una sociedad "sobre-politizada" ellos manifiestan un mayor
peso político electoral o porque efectivamente son quienes desempeñan los roles de mando y responsabilidad.
Mientras estos supuestos puedan sostenerse, nos encontramos frente a un sistema de sociedad que, apoyándose en la "experiencia" de los
mayores y mal dispuesta a fomentar el potencia] de irresponsabilidad juvenil, se hace más bien "estática", de desarrollo gradual, donde la
velocidad de¡ cambio es relativamente baja. 1
El Uruguay -se nos antoja a veces- es como un lugar "provincia¡": más comunitario que societal, más tradicional que moderno, más cerrado
sobre sí mismo queabierto al mundo. Un país de cultura rígida, intolerante a la crítica, inhibidora de cambios, lenta y pesada en tradiciones
muertas, poco elástica e inteligente como para absorber cambios y modificarse a sí misma.
Un poco ideal para el mundo juvenil, donde debería ser más fácil encontrar jóvenes conformes, subordinados, indiferentes o excluidos del
mundo sociocultura¡, jóvenes viejos, en definitiva, reproductores de tradiciones. Nos encontramos de este modo---sometidosa la tutoría del
mundo adulto" donde "se nos pide que asumamos la misión utópica de encamar aquí y ahora el porvenir de la patria... en otras palabras, nos
pasamos la mitad de nuestra vida representando el porvenir y la otra soportando el peso del pasado".2
No nos asombremos, entonces, de que la juventud emigre, mientras sepamos que no sólo existen problemas de empleo sino que la misma
cultura así lo facilita.
¿Quién puede ser joven en estas condic iones?; o de otro modo, ¿qué al ternativas puede presentar el mundo juvenil?, ¿qué es la contracultura
juvenil y cómo
es posible estudiarla en Montevideo?
El interés de este artículo es despejar algunos de los principales problemas que existen en torno a la juventud como categoría socio-cultura¡,
así como foca¡izar la atención sobre un conjunto de preguntas centrales en la discusión. Esto es un paso previo en la estrategia para la
conformación de hipótesis. Para ello hacemos primero una breve descripción de los contextos autoritario y democrático, en el interés de
marcar diferencias en el mundo socializador. En segundo lugar presentamos una breve introducción al debate sobre la modernidad, como
punto central en la reconstrucción de modelos teóricos. En tercer lugar, entramos en las definiciones necesarias como cultura y contracultura.
En cuarto lugar, nos preguntamos cómo estudiar estas definiciones en los jóvenes montevideanos, para terminar con un conjunto de
conclusiones que deberían abrir de por sí la perspectiva hipotética para un trabajo empírico.
LA ETAPA DISCIPUNANTE
En la historia de la juventud uruguaya de este siglo, bajo diversos matices, es posible identificara¡ menos cinco generaciones:3 la generación
"fiberal", o de las tres primeras décadas; la generación «crítica", del 45, la generación "estudiantiV, o del 68; la generación del
,,autoritarismo", o de los 70; y por último, la generación de la "democracia", o generación "rocV. Sólo las dos últimas abarcan en este
momento lo que entendemos por jóvenes (menores de 28 años). Partamos pues del contexto autoritario.
Desde 1973 (aunque el proceso se gesta lentamente desde fines de los 60), hasta el plebiscito de] 80, el país vive bajo un sistema autoritario
que, en términos generales, se propone un "disciplinamiento de las relaciones socialcs"ANos encontramos bajo un fenómeno de
11privatización" general de toda la "praxis comunicativa" que pueda darse en la esfera de lo "público". Entre censura y autocensura, una
Iógica de micdo"5 que invade lo social "interrumpe esos procesos de creación de una comunidad de vida cultural".6 Las agencias de socialización
modific
an sus intcrrclacioncs e influencia en la internalización de valores. Lafamilia, como espacio de interacción
comunicativa privada y segura, aumenta su peso como transmisor de cultura; una familia -que además tiende a ser de tipo---extendida"dada la
crisis económica- no puede haber funcionado más que como "conservador de tradicioneS".7 Los medios de comunicación disciplinados, a su
vez, no logran emitir mensajes diferenciables para jóvenes, por encima de que, sabemos, no existe un perfil de exposición de los sectores
juveniles a un mensaje particular.s
Los grupos de pares, como núcleos de interacción, no logran escapar al control y, salvo las juventudes católicas y un reducido espacio político
clandestino, no es posible identificar un mundo de intercomunicación juvenil. La educación -por último- intenta, desde el manejo cstatal,
impartir un mensaje de «subordinación" y "disciplina"; se busca la "conformación de sujetos pasivos, acríticos, apolíticos y sumisos".9
En definitiva, todo joven que se socializa durante esta etapa se enfrenta a un conflicto entre mensajes disímiles: el autoritario-disciplinador
por un lado y el tradicional -histórico por otro (en sus diversos modelos).
Si partimos del supuesto de que no es posible una "administración política de la cultura" ni del "sentido que genera esta cultura",10 es
razonable pensarque la tradición cultural tiende a interferirel mensaje autoritario, logrando de este modo "legitimar" sus valores amenazados y
por lo tanto "reproducirse" en las nuevas generaciones. Un posible indicador de esta tendencia, puede ser evidenciado desde la cultura
política, en la ausencia de un perfil propiamentejovcn para las elecciones nacionales del 84.11
LO POST A~RITARIO
A partir del plebiscito del 80, ya es posible entrever lentamente un proceso de transición que culmina en las elecciones de noviembre del 84.
Con la etapa democrática se abre un período distinto para el mundo joven. Entérminos generales, desaparece la coerción
disciplinante, se abren espacios en lo público, mientras ya no existe control directo sobre los medios de comunicación y educación; en
síntesis, un marco de socialización distinto del anterior.
Por un lado, la familia -al existir la posibilidad de expresión en lo públicodebe estar perdiendo peso en la conservación de símbolos
tradicionales. Por otro, la educación pierde carácter coercitivo, aunque es necesario preguntarse hasta qué punto se modifican las pautas
epistemológicas que subyacen en el mensaje educacional (ya sea por el contenido, como por la fonna). En cuanto a los medios de
comunicación, es factible ubicar cambios concretos en cuanto a programas para jóvenes (o radios como las F.M. "El Dorado", "Diamante",
"Del Sol"). Por último y en relación a la interacción de pares, es fácil evidenciar dos núcleos centrípetos del mundojuvenil: por un lado el
movimiento estudiantil "ASCEEP-17ELJU", fundamentalmente entre los años 1983 y 1985 (desde la marcha al Franzini hasta la convención
del 85); por otro el surgimiento de los grupos de música rock (fundamentalmente a partir del 85)
Pero la democracia trae consigo un punto central para el ambiente de debate juvenil, y es la posibilidad de hacer manifiesto cualquier conflicto
hasta ahora latente. El "método democrático" tiene como eje principal el "reconocimiento del contrario", lo que significa la no eliminación del
pluralismo sino su reproducción constante. En otras palabras, esto define al conflicto "como un elemento permanente de la dinámica
democráfica".12 Siestoesasí,lademocracia debería traer consigo un "descongelamiento" de los vicios modelos interpretadores de lo social, a
través de la posibilidad del debate en lo público; un replanteo del mundo en el que vivimos, que la dictadura parece haber puesto entre
paréntesis. Esta reflexión sobre nosotros mismos y sobre nuestras formas de pensar es, quizás, lo que algunos autores llaman el debate
sobre la modernidad.
LA POSMODEMIDAD
Ya desde el siglo XVII, y posteriormente durante el siglo XVIII, es posible identificar desde la filosofía, un avance
de la "razón" que va construyendo lo que seda en llamar el pensamiento "moderno"13. Lo que esta concepción del mundo levanta, es la
posibilidad de 11 reorganizar a fondo la sociedad a base de pn*ncipiosracionales".14 Lamodernidad filosófica y política, llega así hasta nuestros
días, superponiéndose a un pensamiento que por diversos motivos combate sus principios básicos: la posmodernidad.
Es casi imposible encerrar estas épocas bajo fechas, pero si aceptamos una convención más atada alarte, 15 porlo cual la modernidad llega
hasta fines de los 40 (o a la guerra), la posmodemidad comienza a partir de los 50.
El término "posmodemo" es utilizado así, por algunos autores, para caracterizar los cambios ocurridos en Iaarquitectura, el arte, la ciencia o
todo el entorno de sociedad en cuanto interacción entre hombres e ideas, a partir de estas fechas. 16 La invasión de la tecnología en la vida
cotidiana, la vertiginosa sobreinformación sobre nosotros mismos, la creciente mediación entre nosotros y el mundo de los medios de
comunicación, la velocidad progresiva de los cambios sociales, la consiguiente pérdida de la estabilidad queda un tiempo pausado, la
dificultad, entonces, de ajustar un modelo interpretador para una realidad cambiante, va creando otra sociedad, una sociedad cada vez más
compleja, menos homogénea, donde es cada vez más difícil -si no imposible- aprehender la realidad como un todo. Si es posible encontrar
entre los hombres dos clases de pensadores: los que "piensan el mundo a partir de un principio de orden que liga todos los fenómenos" o por
el contrario los que "entienden el mundo' como no reductible en su multiplicidad y contradicción"; 17 la pos-modemidad ha de ser más
accesible a estos últimos. Un pensamiento más bien desparramado, difuso, sin pretensión de una coherencia total y única. Pensar la posmodemidad
desde ella misma, hasta podría ser una contradicción (irresoluble en sí misma), o simplemente un indicador más, de los vestigios del
modernismo. No sólo ya no parece posible la globalización de la realidad en un modelo, sino que hasta un modelo parcial ha de ser
constantemente reajustado para una realidad cambiante. Es así que hay que "afincarse en una tarea permanente de desconstrucción y
desenmascaramiento,
desde el reconocimiento de un pensamiento fragmentado y local que utiliza un heteromorfismo de juegos de lenguajc."18 Como proceso ya
pensado por Weber, la creciente racionalidad es a la vez una decreciente comprensión del mundo por una religión como "donador universal de
sentido"; este desencanto en la cultura pos-moderna "no orienta un proceso de secularización, es un producto. Más exacto, es la expresión de
una hipersecularización. Quizás debamos entenderla como una racionalidad'ex post' de un desencanto" ' ig Des-encanto, des-estructuración de
modelos filosóficos o políticos-sociales, des-referencialización de lo real, des-politi7ación de lo social, des-esperanza en el futuro,
des-utopi7ación del presente, des-motivación de los sujetos, des-identificación con los modelos de identidad, des-legitimidad hacia lo estatal,
la posmodemidad conlleva un proceso de desajuste y desequilibrio sociocultura].
Para Lechrier estamos frente a la desaparición del pasado y de la distancia histórica, "condensado el tiempo en un solo presente, la vida social
deviene en una superficie plana, un collage sin relieves. Eliminada la perspectiva, todo vale... y precisamente porque todo es posible, cada
posibilidad es efímera, consumida al presente".2o
Sin pasado, sin historia y sin futuro ni proyectos, la idea de "progreso", "evolución", "utopía", o lincalidad histórica, se desdibuja. Con ello,
quizás se entienda más el análisis de la democracia, no a partir de una razón práctica o comunicativa, creadora de consenso como un fin en sí
mismo, no una acción estratégica o de dominación coercitiva, cooptadora o de representación, sino acción comunicativa basada en el acuerdo
íntersubjetivo de los actores.
Para Habermas "La tendencia hoy actuante, ala perturbación del crecimiento capitalista puede manejarse administrativamente y ser
desplazada poco a poco al sistema socio cultural pasando por el sistema político"; lo que no puede manejarse desde lo político es la cultura, ya
que "no existe una producción administrativa de sentido". Esta crisis desplazada, es por otro lado, una 11 crisis de motivación" o de "identidad"
racional de los sujetos en relación al sistema.21
En este contexto más bien pensado para el mundo desarrollado, es justo preguntarse qué implicancia tiene para el subdesarrollo
latinoamericano. Según Brunneres la misma "textura de modernidades entrecruzadas, desfasadas en ritmos de avance, con tradicionalismos
que subsisten... Ia que"... abre la posibilidad que América Latina partícipe en un debate cultura¡ que ha surgido en los países del centro...- y
que es"... el paso de la modernidad a la posmodernidad".22
Por otro lado Lechncr se pregunta en relación a esta crisis de identidad, si "no es la desarticulación... o la heterogeneidad estructural, uno de
los grandes problemas históricos de las sociedades latinoamericanas, si no es precisamente la fragmentación del tejido social uno de los
efectos más graves del autoritarismo".23 Es importante recordar, por último, que no por menos desarroillados dejamos de estar expuestos a
los cambios producidos por la tecnología, la información, el video, el cine, la literatura, la música, el consumo, el arte, la arquitectura, las
ciencias sociales. Un mundo cada vez más intercomunicado no puede exigir demasiada racionalidad entre un subdesarrollo económico y una
lógica cultural no reductible a otra esfera.
Quizás, justamente, sea éste uno de los cambios más significativos que están sucediendo. Los modelos que veían lo cultural como
"epifenómeno" de lo económico como mundo aparte, o como sistema factible de ser administrado por lo político, parecen haber perdido cierto
crédito al disminuir su potencia] explicativo sobre lo social (un primer gran error son todas las predicciones que, hoy sabemos, no se
cumplieron).
Ni el desarrollismo o la teoría de la modernización, característicos de la
sociología (y economía) de los 50, ni el criticismo a estos modelos por la teoría de la dependenc ¡a, característicos de los 60, parecen haber
logrado una adccuada relación teórica entre los subsistemas de sociedad o esferas de acción no reductíbles una a la otra. Para la sociología de
los 70, poco a poco, los problemas del lenguaje, del mundo simbólico o de la vida cotidiana parecen haber cobrado cierta relevancia. De este
modo la cultura se impone como foco de estudio necesario, en una época de crisis y debate como más arriba describimos. En este sentido y
bajo estas características, intentamos ahora definir brevemente 11 cultura" y "contracultura", para entrar al estudio tentativo de este tema en la
juventud montevideana.
CULTURA Y
CONTRACULTURA
Comencemos por una concisa definición de los términos "cultura" y "cultura juvenil".
Partiendo de lo más trivial, cultura es el, conjunto de valores, lenguajes, tecnología, creencias, normas, mitos, costumbres, moral, derecho,
arte, artesanias, instituciones, educación formal, mensajes de medios de comunicación, informática, tradición, historia, etc. En resumen
cultura es todo el sistema de tradiciones más---lasinstituciones que confieren virtud normativa a esas tradiciones" (Habermas). Másallá,
lacultura es el universo de símbolos que está detrásde todaacción comunicativa; esta acción es, así, acción "generadora de sentido"; al
proyectar sentido sobre las cosas y los hombres se "recrea" o.,creal, el mundo de símbolos que permite la comunicación intersubjetiva.
El universo sociocultural es así un mundo objefivado, que es posible por que subjetividades lo hacen real. 0 m
aún: "el universo simbólico se concibe como la matriz de todos los significados objetivados social y subjetivamente reales; toda sociedad
histórica y la biografía de un individuo se ven como hechos que ocurren dentro de este un¡verso".24
Un mundo cultural debe presentar de este modo ciertas regularidades o cierto orden que es lo que nos permite la 11 reconstrucción"; sin
embargo, toda reconstrucción es siempre "expost-facto". Esto nos debería llevar sistemáticamente a preguntarnos si no construimos el mundo
cultural abstracto (el que usamos para estudiar) bajo nuestra racionalidad. En otras palabras, que los procesos culturales tienen una lógica
propia, de la cual sabemos poco, por lo cual corremos el riesgo de adjudicarle nuestra lógica, o la Iógica de la reconstrucción", distinta de
la"Iógica espontánea" en el mundo cultural.
Lo anterior nos lleva a pensar el sistema socio-cultural como una de las esferas que opone más resistencia a la abstracción en ciencias
sociales. En este sentído, creemos útil la idea de manejarnos bajo un pensamiento que en sí mismo produce el enfrentamiento entre tesis
opuestas, con lo cual busca sobreponerse en su dialéctica, a la contradicción constante. Esto es, de otro modo, interrogar sistemáticamente la
respuesta a una pregunta.
En segundo lugar buscamos una definición de lo que entendemos por "cultura juvenil" o "contracultura".
Si la infancia es un invento de los últimos 500 años y la adolescencia recién de principios de siglo,25 la juventud como etapa 11
post-adolescente" y "preadulta", no puede conseguir un status propio hasta los años 50. Esto es, que la juventud como mundo en "sí mismo" y
no como mera "transición" hacia el mundo adulto, comienza con las oleadas juveniles de rebelión y protesta hacia el sistema de sociedad.
Veamos una breve y arbitraria "película" sobre lo que va de "joven " a partir de los 50. Pese a que existen brotes anteriores, las primeras
"oleadas juveniles'
pueden ubicarse en los Estados Unidos de los años 50. Desde James Dean (un mito reactualizado en la moda "rctro"de los 80), las %amperas
negras", las bandas de moto, los primeros rock and rol¡ de Elvis o Liale Richard, las "bandas de la esquina", hasta J. D. Salinger (por el "Ca7ador
oculto"), comienzan a conformar una rebeldía; tal que "sin causa" tiene sentido. Luego vienen los 60, la generación Beat, California, Bcrkclcy, los
Doors, Jim Morrison diciendo- "Nlc interesa todo lo que sea rebeldía, desorden, caos, y particularmente cualquier actividad que parezca carente de
sentido", pero también los Rolling Stones, la "insaúsfacción", los Bcatles, el LSD, los Hippies, la vida en comunidad, la droga como algo natural,
Woodstock y millones de jóvenes por primera vez en un recital. Pero los 60 son también las movilizaciones y protestas estudiantiles en París,
Praga, Berlín, California y América Latina. Es por ejemplo CohnBendit diciendo Ia fuerza de nuestro movimiento radicajustamenteen que se apoya
sobre una espontaneidad incontrolablC. La rebelión tiene sentido y genera confluencia de jóvenes, desde las revoluciones socio-políticas, hasta los
mínimos aspectos de la vida cotidiana. Los años 70, por su lado traen otros movimientos, los Sex Pistols, el rock Punk, la provocación estética, la
agresividad simbólica, los Heavy Metal, pero también (ya más cerca de los 80), los movimientos "alternativos" alemanes, los ecologistas, así como
simples ondas, entre musicales y de ropa, como la "Ncw Wave" o "Ncw Romantic", etc. En fin, muchas cosas fueron y soncultura de jóvenes. La
pregunta está en saber si pueden considerarse "culturasjuveniles' particulares y por lo tanto "contraculturas" a la tradición. Para ello intentemos una
definición de lo que entendemos por contracultura.
Antes que nada, una cultura juvenil es una cultura "de jóvenes", por lo cual debe tener necesariamente algo diferente a la cultura global del
sistema. Luego esta "distinción" debe ir más allá para convertirse en una "sustÍtución" de determinados símbolos centrales en los modelos
culturales. Esta sustítución revela así una dimensión "conflictiva" que se manifiesta como "contracultura". La contracultura destaca de este modo la
creación de una "red particular" de símbolos que otorga entonces un Iugar de pertenencia" grupa¡. Esta
pertenencia que posee en sus símbolos una referencia parti-ular, desarrolla la posibilidad de una ",icción comunicativa,, grupa¡. Esta acción
comunicativa' tanto en su dirección "exógena" como 11 endógcria", crea y confirma un "sentido de identidad" grupal/individual que, a su vez,
retroalimenta la pertenencia/ referencia.
Lo que una contricultura juvenil tiene que estar propoffi, ndo de este modo es una sustitución "crítica" de los principales fines y medios que ofrece
el sistema socio-cultura] del sistema de sociedad. Esto puede ser, en términos mertonianos, lo que se entiende por "rebelde" (contra la noción de
conformista, ritualista, retraído e innovador).26 La definición de contracultura, U como la entendemos, no conlleva una delimitación sobre si estos
grupos se deben presentar bajo una "estructuración", "organización 11 , 11 estrategia", "fines explícitos" ' etc. Quizás estos términos pertenezcan más a
un debate por la aprobación de la categoría, de "movimiento social" que no discutimos aquí. Y bien, si por éstos entendemos "contracultura
juveniF', ilcómo es posible discutir esta definición para la juventud montevideana? Para saber, entonces, frente a qué jóvenes estamos tratando
hagamos un breve rodeo cuantitativo hasta donde nos lo permiten los datos.
JOVENES MON~DEANOS
El Uruguay puede ser considerado uno de los países de América Latina con menos proporción dejóvenes entre 15 y 25 años; no pasamos del 16%
(al 84). Nuestros vecinos, en cambio, como Brasil y Paraguay, alcanzan un 21%, Chile 20%, mientras Argentina casi un 17%, para las mismas
edades. Vistos así estos datos pueden no tener mayor significado; ¿cuál es la importancia de tener entre 1 y 4 puntos menos? La importancia está en
que nuestro 16% nacional, representa en realidad, dos tercios de la juventud paraguaya, 50 veces menos que la chilena 96 veces por debajo de la
argentina y 550 veces inferior a la brasileña.27
Esta proporción disminuye aún si, contando483
miljóvenes en todo el país,no obtenemos más de 200 mil en la capital. En este scritido habría que estudiar cuál es la relación existente
entre, por un lado, este bajo número, una alta intcracción en círculos y ámbitos restringidos, y por otro, los mecanismos de control normativos
inhibitorios de cambio social. Un indicador de este fenómeno podría ser el hecho de que un joven tienda a sentirse "visible" en cualquier punto de
la ciudad, o la "falta de anonimato" (más propia de un lugar provincia]).
El intervalo de edades aquí manejado responde más a un criterio estándar de organismos internacionales que a la realidad de cada cultura. Por lo
cual consideramos útil -para el caso uruguayo- prolongar el tramo y dividirlo en dos. Por un lado, la adolescencia, que va de los 14 ó 15 hasta los
17 ó 18, y por otro, la juventud, que partiendo de los 18 ó 19 se prolonga hasta los 27 ó 28. El criterio manejado responde a un enfoque desde la
"social ización"28 y a la existencia de etapas diferenciales en cada sociedad. Sin embargo, CEPAL por ejemplo no trabaja con estas edades por lo
cual debemos adecuar las nuestras a los datos disponibles. De este modo sabemos que existen 244 mil adolescentes entre 15 y 19 años, mientras
que losjóvencs entre 20 y 29 no pasan de 447 mil en todo el país. Siguiendo un criterio propio,29 suponemos que menosde la mitad viven en
lacapital,porio cual encontramos 109 mil adolescentes y 201 mil jóvenes en Montevideo. Ahora bien, sin lugar a dudas estamos frente a individuos
bien diferentes: existen jóvenes trabajadores, estudiantes, marginados, católicos, mil ¡Lantes políticos, artesanos, sindicalistas, rockeros, militares,
barriales, de barra, deportistas, delincuentes, etc. Un joven puede ser una o muchas de estas cosás al mismo tiempo, por lo cual es el enfoque lo
relevante en cuanto al hallazgo estudiado.
El enfoque puede venir, así, desde lo económico- estructura], donde se enfatizan los problemas de empleo, rol y status socioeconómicos. Desde lo
político electoral o partidario, donde se enfatizan los problemas de potencia¡ electoral, tendencias políticas, movilizaciones y movimientos (por
ejemplo, estudiantil o sindical). 0 desde lo sociocultural, donde se destacan los proble
En este contexto más bien pensado para el mundo desarrollado, es justo preguntarse qué implicancia tiene para el subdesarrollo
latinoamericano. Según Brunner es la misma "textura de modernidades entrecruzadas, desfasadas en ritmos de avance, con tradicionalismos
que subsisten... Ia que"... abre la posibil ¡dad que América Latina participe en un debate cultural que ha surgido en los países del centro..." y
que es"... el paso de la modernidad a la posmodernidad".22
Por otro lado Lecliner se pregunta en relación a esta crisis de identidad, si "no es la desarticulación... o la heterogeneidad estructura¡, uno de
los grandes problemas históricos de las sociedades latinoamericanas, si no es precisamente la fragmentación del tejido social uno de los
efectos más graves del autoritarisMO".23 Es importante recordar, por último, que no por menos desarrollados dejamos de estar expuestos a
los cambios producidos por la tecnología, la información, el video, el cine, la literatura, la música, el consumo, el arte, la arquitectura, las
ciencias sociales. Un mundo cada vez más intercomunicado no puede exigir demasiada racionalidad entre un subdesarrollo económico y una
lógica cultural no reductible a otra esfera.
Quizás, justamente, sea éste uno de los cambios más significativos que es J
sucediendo. Los modelos que ve lo cultural como "epifenómeno" de lo económico como mundo aparte, o como sistema factible de ser
administrado por lo político, parecen haber perdido cierto crédito al disminuir su potencia¡ explicativo sobre lo social (un primer gran error
son todas las predicciones que, hoy sabemos, no se cumplieron).
Ni el desarrollismo o la teoría de la modernización, característicos de la
sociología (y economía) de los 50, ni el criticismo a estos modelos por la teoría de la dependencia, característicos de los 60, parecen haber
logrado una adecuada relación teórica entre los subsistemas de sociedad o esferas de acción no reductibles una a la otra. Para la sociología de
los 70, poco a poco, los problemas del lenguaje, del mundo simbólico o de la vida cotidiana parecen haber cobrado cierta relevancia. De este
modo la cultura se impone como foco de estudio necesario, en una época de crisis y debate como más arriba describimos. En este sentido y
bajo estas características, intentamos ahora definir brevemente "cultura" y "contracultura", para entrar al estudio tentativo de este tema en la
juventud montevideana.
CULTURA Y
CONTRACULTURA
Comencemos por una concisa definición de los términos "cultura" y "cultura juvenil
Partiendo de lo más trivial, cultura es eL conjunto de valores, lenguajes, tecnología, creencias, normas, mitos, costumbres, moral, derecho,
arte, artesantas, instituciones, educación formal, mensajes de medios de comunicación, infórmática, tradición, historia, etc. En resumen
cultura es todo el sistema de tradiciones más Ias instituciones que confieren virtud normativa a esas tradiciones" (Habermas). Másallá,
lacultura es el universo de símbolos que está detrásde toda acción comunicativa; esta acción es, así, acción "generadora de sentido"; al
proyectar sentido sobre las cosas y los hombres se "recrea" 0 -Crea" el mundo de símbolos que permite la comunicación intersubjetiva.
El universo sociocultural es así un mundo objetivado, que es posible porque subjetividades lo hacen real. 0 más aún: "el universo simbólico se
concibe como la matriz de todos los significados objetivados social y subjetivamente reales; toda sociedad histórica y la biografía de un
individuo se ven como hechos que ocurren dentro de este un¡verso".24
Un mundo cultural debe presentar de este modo ciertas regularidades o cierto orden que es lo que nos permite la "reconstrucción"; sin
embargo, toda reconstrucción es siempre "expost-facto". Esto nos debería llevar sistemáticamente a preguntarnos si no construimos el mundo
cultural abstracto (el que usamos para estudiar) bajo nuestra racionalidad. En otras palabras, que los procesos culturales tienen una lógica
propia, de la cual sabemos poco, por lo cual corremos el riesgo de adjudicarle nuestra lógica, o la Iógica de la reconstrucción", distinta de
laIógica espontánea" en el mundo cultural.
Lo anterior nos lleva a pensar el sistema socio-cultural como una de las esferas que opone más resistencia a la abstracción en ciencias
sociales. En este sentido, creemos útil la idea de manejamos bajo un pensamiento que en sí mismo produce el enfrentamiento entre tesis
opuestas, con lo cual busca sobreponerse en su dialéctica, a la contradicción constante. Esto es, de otro modo, interrogar sistemáticamente la
respuesta a una pregunta.
En segundo lugar buscamos una dc1inición de lo que entendemos por "cultura juvenil" o "contracultura".
Si la infancia es un invento de los últimos 500 años y la adolescencia recién de principios de siglo,25 la juventud como etapa
"post-adolescente" y "preadulta", no puede conseguir un status propio hasta los años 50. Esto es, que la juventud como mundo en "sí misrno"
y no como mera "transición" hacia el mundo adulto, comienza con las oleadas juveniles de rebelión y protesta hacia el sistema de sociedad.
'Veamos una breve y arbitraria "película" sobre lo que va de "joven" a partir de los 50. Pese a que existen brotes anteriores, las primeras
"oleadas juveniles'
mas acerca de valores, U-adiciones o normas. A su vez es posible enfocar el tema desde lo biológico, psicológicoafectivo, psicológico-evolutivo,
aprendizaje o educación, etc. Sin duda, estos enfoques se superponen entre ellos, por elloesque hablamos deénfasis en determinados aspectos sobre
la juventud.
Nuestro enfoque pone el acento, entonces, desde lo sociocultural, en los problemas de "identidad" lograda a través del mundo de valores
contraculturales, en términos de estudiar el potencia¡ de cambio juvenil. Y bien, bajo los diversos tipos de jóvenes que pueda haber en
Montevideo, y dado el enfoque que buscamos darle al tema, ¿qué juventud logramos destacar de todo el conjunto? Para contestar esto, expliquemos
la selección de grupos que realizarnos aquí.
IDEINMRCACION DE LOS
YRES GRUPOS
SELECCIONADOS
Una primera aproximación al tema que nos interesa aquí, nos revela la existencia de tan solo tres grupos que comienzan a coincidir con nuestra
definición sobre cultura juvenil.
Ellos son:
a) los jóvenes militantes católicos
b) los jóvenes militantes políticos de izquierda
c) los jóvenes rockeros
a) porjoven católico, entiéndase: todo aquel joven que participa en cualquier
ámbito que se relaciona directamente con alguna organización celesial (Pastoral Juvenil y grupos scouts).
b) por joven político, entiéndase: todo joven que participa activamente en cualquier partido o agrupación política de la izquierda nacional (PDC,
PGP,PS, PC, PVP, MLN, IDI, PT).
c) por joven rockero, entiéndase: todo aquel joven que participa activamente en los nuevos grupos de música rock (rock o Heavy-Metal, New
Wave, Tecno, etc.); en este último grupo estamos considerando tanto los músicos como adiáteres.
La delimitación precisa de los grupos llevaría mucho espacio, creemos estas características suficientes como para no confundir una población en
términos relativos.
Una primera cuestión que deberíamos resolveres lacantidad dejóvenes que se mueven en cada grupo. El problema es que no existen datos
confiables como para manejarlos cómodamente. Mientras tanto, y muy tentativamente, demos ciertos límites cuantitativos, más allá de los cuales
no es razonable esperar fuertes modificaciones. Mientras sea posible sostener que existen: a) no más de 200 jóvenes coordinados bajo la pastoral
juvenil,30 y no más de 410 jóvenes dentro de los scouts católiCOS;3i b) no más de 7000 votantes de ASCEEPFEUU32 (de los cuales es necesario
restar una cifra importante pensando en la militancia activa); y e) no más de 1160 jóvenes rockeros (contando entre 150 y 200 grupos, a 3,8
personas por grupo, más 2 "adeáteres" por grupo, da entre 870 y 1160 jóvenes);33 si es posible sostener estos datos, dchemos contar con una
población por debajo de los 10.0000 jóvenes en el departamento.
Sin duda, cada grupo tiene criterios de pertenencia elásticos, pero, por el momento creemos razonable y liberal no pasar de esta cifra, que en
términos porcentuales no representa más de 5% de la población de jóvenes montevideanos entre 20 y 29 años (según cifra manejada más arriba).
Pero aún no destacamos por qué estos grupos comienzan a coincidir con nuestra definición sobre cultura juvenil.
CONTRACULTURA: CUATRO APROXIMACIONES
1. Desde un primer momento, estos tres grupos se presentan como únicos ámbitos de interacción juvenil en todo el departamento de Montevideo.
Estos son grupos que nucican jóvenes en torno a un eje de pertenencia que provoca una generación de sentido sobre el mundo. Los tres grupos
dibujan de este modo tres círculos de interacción, que en términos teóricos no presentan intersecciones (aunque en lo empírico la posibilidad
existe, esto no inhibe la tendenc ¡a centrípeta). Los tres grupos tienden a abarcar una parcela más bien total en la personalidad del individuo, 34 lo
que en definitiva conforma una"¡dentidad" particular. Esta identidad provee una matriz elástica a partir de la cual se generan símbolos parúculares
en relación conflictiva y alternativa con los modelos culturales. Los tres grupos desarrollan así una "praxis" crítica, negando el estado de las cosas,
y buscando una posibilidad altemativa que manifiesta una voluntad de cambio. Cualquiera de estos grupos intenta una sustitución de los valores
predominantes en los modelos que definen la cultura del sistema capitalista. Son de este modo, jóvenes que tienden -al criticar y sustituir los fines
y medios propuestos a ser rebeldes desde la definición mertoniana- o contraculturales desde nuestra definición. Sin embargo, los tres grupos son
claramente distintos y prescntan características propias que dificultan la relación positiva con nuestra definición en otros acercamientos.
11. Una segunda aproximación al tema nos revela complicaciones con el prime
ro de los grupos nombrados: losjóvenes católicos.
Estos jóvenes se mueven, por definición, "dentro" de un sistema de símbolos más vasto que los propiarnentejuveniles, esto es, lo que se
denomina el "cristianismo". El cristianismo como donador universal de sentido se encuentra -es razonable pensar- detrás de los principales
valores que sostienen los modelos más frecuentes dentro del sistema de sociedad, pese a que niegue el lucro o categorías similares. Jóvenes
que se muevan dentro de este entorno no pueden tener una crítica conflictiva hacia su propio mundo de símbolos. De tenerla, tienden a dejar,
racionalmente, el grupo al que pertenecen. Con lo cual no es posible hipotetizar, para el primer grupo nombrado, la creación de una "red
particular de símbolos" en relación contracultural al sistema de sociedad. El mundo católico juvenil es, de este modo, un mundo "de"jóvenes,
pero que no fiende a posibilitar una cultura propiamente juvenil.
111. Una tercera aproximación al tema destaca otra serie de dificultades para relacionar positivamente con nuestra definición al segundo de
los grupos nombrados: los militantes políticos de izquierda.
A su vez, estos jóvenes deben interactuar ---dentro"de una organización mayor que la propiamente juvenil, esto es lo que entendemos por
%zquierda nacional". En términos generales tendemos a pensar estas juventudes como de izquierda, más que dejóvcnes. A su vez, actuar en
tanto organización que por definición busca conseguir voluntades como adhesión, no pueden permitirse un ataque frontal al mundo de valores
que el mismo público posee (estamos pensando en partidos de masas). Por otro lado, si bien estas organizaciones trabajan bajo el planteo de
alternativas estas tienden más hacia la esfera políticí que a la culturaL La sustitución de valores culturales, luego de una larga tradición,
tienden más bien a convertirse en "subcultura" que en contracultura. De modo que no es posible tampoco suponer cultura juvenil por parte de
la mil¡tancia de izquierda atada a los partidos. Porahoranos manejamos bajo la ideade que estos dos primeros grupos, al estar dentro de una
organización y estructura que impone disciplina, subordinación y
responsabilidad, que valora la "experiencia" y por lo tanto la jerarquía, no logran destacarse como alternativas culturales al mundo de
sociedad.
Cualquiera de los grupos antes mencionados (católicos y políticos) posee en su seno una serie de "modelos" de identidad "pre-fijos" y
"convencionales" a cada grupo. Un joven que arriba y se socializa dentro de estas comunidades no logra de este modo crear críticamente su
identidad conflictiva, en relación a lo cultural. Estas identidades grupales tienden a ser, entonces, "reproductoras" en lo interno y subculturales
en lo externo.
IV. Mientras esto sea como nosotros lo hipotetizamos, por ahora sólo tenemos contracultura juvenil en el tercer grupo mencionado; los
rockeros. Al no presentar una tradición coercitiva en la referencia grupa¡ y, por lo tanto, al no tener modelos de identidad prefijados, este
grupo se ve facilitado a manifestar su acción comunicativa como generación de sentido contracultural. Son, por lo tanto, generadores de una
red de símbolos partik,ulares al mundo juvenil en relación de conflicto con el mundo de sociedad.
Sin embargo, aquí también una cuarta aproximación al tema nos destaca una versión negativa en relación a la definición aquí manejada. Si
bien es fácil suponer cambios significativos por parte de estos jóvenes en cuanto al lenguaje, vestimenta, comportamiento e ideas sobre la
moral social, no es tan fácil identificar una verdadera sustitución en cuanto a valores centrales a los modelos del sistema sociocultural. En este
sentido habría que preguntarse hasta qué punto no es una mera subversión a la punta exterior los ejes morales o del mundo cognitivo, de los
modelos simbólicos, al criticarlos. Por otro lado es importante preguntarse acerca de la durabilidad de esta contestación, esto es, si
corresponde más bien a una rebeldía adolescente pasajera o si modifica el esqueleto de valores del joven que interactúa ahí dentro, aunque
deje el grupo en cuestión.
En otro orden de cosas, no es superficial intentar una respuesta a la cuestión de cómo es posible que el mismo sistema produzca (ya que el
mercado los promueve) y facilite una crítica a sí mismo.
Entonces es importante saber que, o bien no existe gran peligro cultural en estos jóvenes y el sistema les provee de una salida, en tanto
auto-regulación (funciona como "válvula de escape"), o bien no existe una posibilidad seria de exigir una racionalidad entre la esfera
económica y la esfera cultural. Posibilidad esta última que tendemos aobservar con atención.
Otra pregunta, no poco relevante, debería estudiar si todo este mundo crítico del rock, no pierde importancia en su misma "entropía"; al ser
sus estrategias difusas y no productoras de móviles de cambio concreto. Nos importa destacar, además, que estos grupos de rock no tienen
más de 2 ó 3 años de duración, lo que atenta un poco contra una relevanc ¡a algo apresurada en querer encontrar contracultura en ellos. No es
fácil pronosticar tiempos de duración en los procesos de "generación contracultural", lo cual no impide pensar que en este caso, (los grupos
montevideanos) frente a nuestra tradición, este lapso sea algo corto. Por otro lado, la contracultura no parece tener mayor tradición en nuestra
sociedad; no es lo mismo tener modelos internos que modificar (como los punks modi fican el rock en Inglaterra), que partir prácticamente de
cero, frente a una sociedad siempre mal dispuesta a cosas raras.
De este modo habría que preguntar acerca de la especificidad de la contracultura en sociedades más bien tradicionales y subdesarrolladas.
Esta última característica (el subdesarrollo) debe disminuir a su vez la velocidad en la concreción de una cultura juvenil, ya que disminuye la
autonomía de los jóvenes frente a determinadas dimensiones socio-cconómicas, lo que en definitiva se traduce en tiempo y espacios libres.
Frente a esta idea no viene mal recordar, si se los admite como cultura juvenil, que los primeros punks ingleses provienen justamente de la
pobreza marginal de dicho país, con sus respectivas distancias con el subdesarrollo. De todas formas no debería haber enormes distancias ~en
cuanto a posibilidades materiales- entre un joven montevideano de clase media y un europeo de clase baja.
En definitiva, bajo esta serie de preguntas, tendemos a pensar que no es razonable aún encontrar en los jóvenes que
interactúan en los grupos de rock una fuerte manifestación contracultural. De los tres, son quienes más tienden a acercarse a la definición,
pero en todo caso debería considerárselos como un "embrión" del cual no es fácil pronosticar tendencias. Esto, claro está, en lo grupa¡; en
cuanto a lo individual, bajo menos dudas, ya se están produciendo cambios significativos.
CONCLUSIONES
Luego de estas cuatro aproximaciones al tema cultura juvenil, nos preguntamos qué tipo de resultados es dable manejar. Al final de la última
aproximación parece claro que tendemos a ser más bien negativos.
¿Qué conclusiones caben? Desde nuestro punto de vista, al menos tres,
0 bien nuestra definición acerca de lo que es contracultura juvenil es incoffecta, por lo cual es necesario replantear el tema, redefiniendo este
concepto; o bien nos equivocamos en los grupos frente a los cuales intentamos estudiar nuestra definición, dejando de lado los que
efectivamente sí coincidirían; o bien el resultado es -tentativamentecorrecto, y efectivamente no existe cultura juvenil en el departamento de
Montevideo al segundo semestre del 87. Intentemos una breve conclusión acerca de este último resultado, pero antes veamos las objeciones al
enfoque dado a nuestro tema: Una primera objeción a la selección de los grupos se desprende de la idea de si, en definitiva, no estamos
tratando con grupos que integran---esferas" diferenciables, y que no pueden ser
equiparadas entre sí. No es lo mismo interactuar en una esfera que tiene como referencia lo político, lo espiritual o lo cultura¡. Cada espacio
tiene de este modo una racional idady lógica propias, que no pueden ser reducidas al mundo cultural como busca nuestro desarrollo.
Nuestra óptica enfoca, sin embargo, el mundo socio-cultural como espacio formador de modelos de identidad y motivación que están detrás
de la constitución de un sujeto. Son modelos que en definitiva traducen la realidad para toda persona. De este modo, tanto lo político como lo
religioso se implican dentro de esta perspectiva como espacios de debate cultural.
Una segunda objeción viene dada por el cuestionamiento a los grupos como 11 constructos" propios al investigador. Los grupos existen, no hay
duda, pero no bajo las características o la relevancia que aquí se les quiso dar. Esto es a lo que nos referíamos más arriba, acerca de los
problemas de una "reconstrucción" de la realidad.
Hechas estas dos objeciones, retornamos el hilo bajo la suposición de la confinnación de la hipótesis central que de aquí puede derivarse: esto
es que no es posible encontrar más que un embrión de contracultura en Montevideo.
Lo primero por lo cual preguntamos es, entonces, por la "significación" de este resultado.
Lo significativo está a nuestro entender, en que este hallazgo es un indicador del 11 estado" de la cultura uruguaya, con lo cual volvemos a la
introducción de este artículo.
Pensamos, de este modo, que nos encontramos
rente a una sociedad y una cultura mal dispuestas a tolerar desvíos en su juventud: un sistema de tradiciones e instituciones
normativas que inhibe todo tipo de críticas a su base, e implementa mecanismos de control para la subversión cultural.
Más allá de que toda cultura tiende a no fomentar su autodestrucción, sino más bien a controlar disfunciones y lograr su reproducción, posee,
por otro lado, la capacidad de crear límites más 0 menos elásticos en cuanto a su "flexibilidad normativa". Esto es lo que Habermas entiende
por---principiode organización", como límite que toda sociedad posee para aprender, o como "espacio abstracto" de cambio sobre sí misma.35
Si existen, por consiguiente, sistemas socioculturales más o menos abiertos a la tolerancia de contracultus -que son en definitiva potencial de
cambio- nuestra sociedad se incluye, bajo pocas dudas, en las menos abiertas.
De este modo, la culturajuvenil montevideana parece encauzarse -al tener que explicarse frente a la tradición- más hacia lo subcultural y no
conflictivo, que a lo contracultural y alternativo.
Una sociedad "consensual", con cierto temor a la emergencia de los conflictos subyacentes, con miedo alaagresividad simbólica, parece
contentarse en la retórica del discurso pacificador y trivial.
Detrás de esta realidad cultural está la dificultad que podemos tener para abandonar determinados modelos que interpretan nuestra sociedad.
Como vimos más arriba, en una etapa donde el debate sobre la modernidad busca la remodelación de ideas algo "estéticas" con respecto a una
realidad cambiante, no nos alejamos mucho del tema al buscar el debate sobre nuestra propia cultura. Una cultura como la que hipotetizamos,
no logra, de este modo, repensarse a sí misma sino que, más bien, parece esconderse detrás de la quieta seguridad de una tradición
herrumbrada.
No nos quejemos por demás cuando nos enfrentamos a la desmotivación, des¡dentificación o desinterés hacia nuestra propia cultura por parte
de nuestra juventud. Pero tampoco exijamos innovación tecnológica o flexibilidad e imaginación política cuando, frente a la menor crítica
cultural, todos saltan a
censurar el "desacato a los símbolos patrios".
Todo estudio de cambio social debería partir de¡ potencia¡ de cambio que existe en sociedad. Este potencia] son losjóvenes, los
jóvenes que intentan remover lo estático; y esta remoción comienza por la cultura. Mientras el cambio social venga dado por las
opciones contraculturales, no nos asombremos de vivir en sociedades que, al no tolerar su cuestionamiento, no logran tampoco
superar una situación de subdesarrollo que no sólo se entiende por lo económico. Viejos modelos "reifican" la realidad y mientras
ésta se les escurre rápidamente, no logran más que girar sobre sí mismos.
Digamos para terminar, si algo cierto se descubre en lo aquí dicho, que la cultura somos nosotros mismos, y ella depende de lo que
queramos.